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El talento como afrodisíaco


Las musas y sus artistas

Me gustan los hombres con futuro y las mujeres con pasado.
—Oscar Wilde

¿Qué misterioso magnetismo ha hecho que tantas mujeres caigan en brazos de artistas geniales? Dice Platón que el ser humano tiene dos fecundidades, la del cuerpo y la del alma. Aquellos cuya fecundidad es la del cuerpo tienen hijos; aquellos cuya fecundidad mora en el alma intentan la inmortalidad en una obra de la inteligencia, y así nace el creador: el artista.

Gala y Dalí © Richard Avedon

En la antigua Grecia las musas eran las que sembraban la semilla de la inspiración en los artistas. Eran las divinidades femeninas del arte y las ciencias. El trabajo de una musa consiste en penetrar la mente del artista masculino y hacer que conciba un trabajo desde su interior, desde su alma. Convertirse en la musa de un artista es compartir su genialidad. Una musa no es de ningún modo una modelo pagada. Es, en su aspecto más puro, la parte femenina del artista masculino, el ánima (animus). Pintores, poetas, músicos, escritores, todos han sido tocados en algún momento por una musa. La han buscado en sueños. ¡Qué concepto más afrodisíaco! La musa es la que penetra el alma del artista y lo hace crear.

Andrea del Sarto, pintor italiano nacido en 1486, estuvo casado con su musa, Lucrecia, quien personificaba su ideal de la figura femenina. Desde entonces artistas tan diversos como Rubens, Bonnard, Renoir, Modigliani, Katz, Arikha, han pintado a sus parejas una y otra vez.

En el siglo XX Sandra Fisher, esposa de R.B. Kitaj, ha encarnado el papel de musa. Después de su muerte, Kitaj la exaltó como la fuente de toda creatividad, como un aspecto de lo divino, justo como Dante tuvo a Beatriz y Petrarca a Laura. Ada, esposa de Alex Katz, fue descrita por el artista como “Mujer, esposa, madre, musa, modelo, mito, icono y diosa de Nueva York”. Pintó casi cuarenta cuadros de 1957 a 2005 en los que Ada es la protagonista. Elena Ivanovna Diakonova, conocida como Gala, ha sido una de las musas más conocidas de los últimos tiempos. Se ha dicho de ella que es una bruja, manipuladora y devoradora de hombres, lo cierto es que fue modelo, amante o esposa de Dalí, Éluard y Ernst. La musa de los surrealistas. Vivió con Salvador Dali de 1929 hasta su muerte en 1982. Después de la pérdida de su musa la creatividad arrolladora de Dalí también se extinguió.

A todas ellas las conocemos gracias a su asociación con artistas geniales. El hecho de ser la musa de un gran artista, así sea por un momento, es muy atrayente. Vislumbrar la inmortalidad porque se está frente a un ser que se reconoce como superior, un genio, un dios. De alguna manera muchas mujeres caen en la sumisión y eso sólo se logra frente a una deidad. Para muchas el precio que han pagado por un atisbo de genialidad ha sido alto. ¿Por qué? ¿Es tal el deslumbramiento del genio?

Según investigadores del Reino Unido, mientras más creativo es un hombre más parejas sexuales puede tener. El estudio apunta que artistas y poetas tienen un promedio de cuatro a diez parejas sexuales, comparado con las tres que tienen las personas menos creativas. Esto puede ser debido a que el artista ofrece una vida fuera de las convenciones sociales, de los límites establecidos. El estilo de vida que generalmente rodea a intelectuales y artistas es mucho más divertido. Fiestas, alcohol, droga, creación y sexo muchas veces van de la mano. El atractivo del exceso. Incluso es común encontrar que este comportamiento es tolerado por las parejas más estables, aun las de largo plazo. Son personalidades tan fuertes, muchos de ellos son considerados genios, que generalmente son egoístas, llevando a sus parejas más estables a la enfermedad mental, a depresiones o hasta a intenciones suicidas. Maravillosas almas creativas que nos salvan de la mediocridad, del ruido y de muchas cosas más.

Convertirse en la musa de un artista es compartir su genialidad. Una musa no es de ningún modo una modelo pagada. Es, en su aspecto más puro, la parte femenina del artista masculino, el ánima (animus). Pintores, poetas, músicos, escritores, todos han sido tocados en algún momento por una musa.

Hay ejemplos históricos de artistas que han sido tan famosos por sus obras como por sus hazañas sexuales. Camille Claudel, escultora, pasó los últimos treinta años de su vida en un manicomio abandonada por todo el mundo, al final murió sola. Tuvo que pasar mucho tiempo para que se le reconociera como creadora y no como alumna y amante de Auguste Rodin, ese genio déspota de la que Claudel fue una víctima más. Cuando se conocieron, Rodin no sólo era casado sino que tenía una amante fija, Rose Beuret, que se convertiría en la pesadilla más recurrente de Camille. “Tras apoderarse de la obra realizada a lo largo de toda mi vida, me obligan a cumplir los años de prisión que tanto merecían ellos…”. Estas palabras fueron escritas por Claudel al cumplirse el séptimo año de lo que ella misma calificaba de “penitencia”, su internamiento en un manicomio.

Todas las mujeres de Pablo Picasso, en un primer momento, produjeron en él un entusiasmo creativo casi febril. Las pintó compulsivamente aunque, como confesó en una ocasión, cuando se acostumbraba a los rasgos de una mujer le resultaba difícil domar la mano para expresar las facciones de la nueva amante. Musas explotadas al grado de las lágrimas. Picasso afirmó en una ocasión: “Pinto igual que otros escriben su biografía. Los cuadros terminados son las páginas de mi diario”. Así lo constata este diario íntimo de un hombre que nunca fue capaz de estar solo. Picasso era el minotauro y se lo creía devoraba todo: la vida, las mujeres y la pintura.

Frida Kahlo fue víctima del espectáculo de su vida junto a Diego Rivera. Ella se refiere a él como “el segundo gran accidente de mi vida” y escribe en su diario “¿Cuál es mi camino? ¿Esperarte? ¿Olvidarte? ¿Hacer lo que tú haces, ir de los brazos de uno y de otro, hoy dormir con alguien, mañana con otro diferente?”

Jeanne Hébuterne, enferma de un olvido imposible, se suicida después de la muerte del gran amor de su vida, Amadeo Modigliani. Modigliani ha sido calificado de pintor maldito por sus rarezas, sus amoríos y su vinculación a las drogas.

La madre de Liv Tyler, Bebe Buell, estuvo con una lista impresionante de roqueros famosos: Steven Tyler, Rod Stewart, Elvis Costello, Mick Jagger, Jimmy Page, David Bowie e Iggy Pop, entre muchos otros, pero su gran amor fue Elvis Costello. “Siempre preferí a los hombres con cerebro”, decía a la prensa. Bebe no pide perdón por haber sido tan guapa, tan irresistible, tan advenediza… Al fin y al cabo ella no hizo más que poner su cara bonita. De Mick Jagger comentó: “Mick es el amante más dulce, más tierno y más considerado que pueda haber. También es agresivo y fuerte cuando hace falta. Lo único que quiere es darte placer. Como Warren Beatty y Jack Nicholson, es un perfecto ‘practicante’ del amor. Dios los puso en este planeta para que amaran a las mujeres”. También conoció a Salvador Dalí, quien la invitó a tomar el té. Coincidió con el pintor un par de veces más y le confesó sus sueños de convertirse en modelo. “Siempre me hizo sentir como si tuviera un brillo especial”.

Ejemplos hay muchos y en cualquier rama de las artes. Más que el dinero, el poder o el éxito, es la pasión que un artista pone en sus creaciones lo que se traduce en afrodisíaco, lo que despierta los sentidos y los hace tan deseables. ®


Publicado en Revista Replicante

@anitzel

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