Estuve en el infierno y regresé y déjenme decirles fue maravilloso; Louise Bourgeois sabía de lo que hablaba. Tras un intento de suicidio, varias depresiones, agorafobia diagnosticada junto con otros trastornos, la artista encuentra el retorno del infierno a través del arte. Cortando, perforando, vertiendo, esculpiendo, es mediante sus manos que traduce toda la angustia y la ira que trae desde su niñez en emblemáticas obras de arte.
La mayor parte de su obra está inspirada en su niñez, en la magia y el drama que se conjugan en sus memorias de niña. En la traición del padre y la extraña y lejana relación con su madre. Era mucho más cercana a su tutora, Sadie, inglesa como todo lo que le gustaba a Louis Isadore Bourgeois, su padre. Es esa traición, la relación que Sadie mantiene con su padre por más de diez años, la que marca a Louise para siempre.
Bourgeois mantiene una relación de creación y destrucción con el arte. Por eso prefiere los materiales perennes, aquellos que carecen de fragilidad. La cerámica puede ser destruida con un manotazo, un pisotón. El hierro permanece. Su padre para descargar su ira destruía porcelana, Louise hace lo mismo en su estudio. Pero ella crea, increíbles estructuras oscuras por donde el espectador deambula y siente la carga, es una experiencia que no carece de tormento. Dibuja, ilumina, teje, une. Como sus arañas, la serie de esculturas más conocidas de la artista, donde lo femenino y lo masculino encuentran el equilibrio. Las patas son fuertes, lo masculino, la bolsa dura y frágil, contiene los huevos; lo femenino. En su araña más monumental, Maman, se puede circular como lo hacía Louise de niña divagando por debajo de los muebles de su casa, en algún tiempo más grandes que ella. Maman es al mismo tiempo paraguas y ventana. Es el camino de regreso de Louise hacia su madre, la tejedora.
Bourgeois murió a los 98 años de edad en el 2010, fue escultora, pintora, artista. Francesa de nacimiento, vivió la mayor parte de su vida en Estados Unidos. Aunque estudia matemáticas en la Sorbona, pronto abandona la ciencia por el arte. Abre una pequeña galería en Paris y en 1938 conoce y se casa con Robert Goldwater. Se mudan a Nueva York antes del estallido de la segunda guerra mundial y tienen tres hijos. La pareja se acomoda rápidamente en el mundo del arte y conocen a Miró, Duchamp y Le Corbusier, entre muchos otros.
Después de la muerte de su esposo recibía los domingos en su casa, muchos salían devastados, Louise siempre fue contundente en sus opiniones. Su casa se convierte en hogar y estudio. De la agorafobia al insomnio. La carrera artística de Louise Bourgeois abarca más de 50 años pero es hasta que la invitan a la Bienal de Venecia en 1993 cuando es reconocida mundialmente y sus arañas empiezan a visitar las grandes ciudades.
En su trabajo la escultora reformula su historia familiar. Leía mucho, Las cartas de van Gogh a su hermano Theo, era su lectura favorita le interesaba llevar un diario, imprimir sus sentimientos. Su trabajo es orgánico, muchas veces sensual. Hizo dibujos, grabados, y trabajos cosidos en tela. Acuarelas, guaches, lápiz y papel. Esculturas monumentales. Es una de las artistas más influyentes del siglo XX.
Feminismo
En 2010, Bourgeois utilizó sus esculturas para internarse en temas controversiales y apoyar la igualdad de género, se volvió una representante del mundo de gays, bisexuales y transgéneros. Creó la obra I do, la cual realizó para ayudar a una organización en favor de los derechos humanos que tenía la idea de promover el matrimonio basado en el amor sin importar el género de los contrayentes. En ella se muestran dos flores que crecen de un solo tallo, lo cual representa la unión de femenino y masculino o simplemente de dos personas de cualquier género; simboliza el amor. Para apoyar dicha obra, Bourgeois creó la frase: “Todos deberían tener el derecho a casarse. Hacer un compromiso de amar a alguien para siempre es algo hermoso”. También fue activista y promovió la igualdad LGBT a través de sus creaciones artísticas.
Bourgeois fue una de las artistas contemporáneas que se preocuparon por poner su obra al servicio de las emociones e ideas de la mujer. La feminidad en sus creaciones aparece una y otra vez. Criticó las condiciones de las mujeres que no trabajan fuera de casa y arremetió contra el daño que su padre le hizo a su madre. No tuvo miedo de hablar de sus recuerdos y deseos, y así permitir que las mujeres que miran su obra se identifiquen con ella. En Louise Bourgeois se puede detectar la dificultad que tuvo en su ambiente familiar, el cual, en su propia visión, no le facilitó la adquisición de la identidad sexual femenina ni la llevó a considerar la búsqueda del goce en su propia actividad sexual.
https://www.centroeleia.edu.mx/blog/louise-bourgeois-feminidad-y-feminismo-en-su-obra-plastica/
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