Anitzel Díaz
“Dios en la tierra” es un cuento de José Revueltas narrado en tercera persona omnisciente; esto es el narrador todo lo ve, todo lo sabe. Una especie de Dios observador.
Con frases breves y contundentes, como balas en una guerra, el escritor va esculpiendo el relato de un dia en la vida de la tropa durante la guerra cristera en México. El tono duro y sobrio se mantiene durante toda la narración, hasta que en la ultimas líneas se suaviza para dar el golpe de gracia con un final brutal . El linchamiento (práctica a la que recurre el mexicano, todavía hoy, en momentos de desesperación) del profesor, el único personaje con alguna característica humana distintiva.
Revueltas adjetiva y reitera el adjetivo, para dar fuerza al cuento, donde hay una clara crítica a la religión como la vive el mexicano. Esa cosmovisión tan única donde la deidad (ya sea católica o azteca) es inalcanzable en su dureza: Dios de los dientes apretados; Dios fuerte y terrible, hostil y sordo, de piedra ardiendo, de sangre helada.
No humaniza a sus personajes, incluso los diálogos son anónimos. Son masas de odio que se enfrentan, los que tienen sed (los federales), los que tienen agua y la niegan (el pueblo que defiende sus creencias). La piedra, el agua, la oscuridad y la luz.
El odio, que es miedo, primigenio y bestial, que todo destruye. Ficción histórica que habla de la condición humana. Una instantánea de ese México cruel y despiadado, que todavía hoy existe: Los hombres entraban en sus casas con un delirio de eternidad, para no salir ya nunca, y tras de las puertas aglomeraban impenetrables cantidades de odio seco, sin saliva, donde no cabían ni un alfiler ni un gemido.
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