El camino hacia la democracia en México ¿un cuadro de Dalí, o un capítulo más de La Guerra de las Galaxias?
Anitzel Díaz
Juan Cairos
En 1938, André Bretón, fundador del movimiento surrealista, dijo que consideraba México como el país más surrealista del mundo; en 1970, durante una entrevista, Salvador Dalí declaró que no pensaba regresar a México, y añadió; “No soporto estar en un país más surrealista que yo mismo”; en 2022 la democracia mexicana ha cimentado firmemente las bases para, ahora sí, ser declarada la democracia más surrealista del mundo; y es que hasta los muertos participan entusiastas en las elecciones.
Las actitudes en las que navega el sistema político de nuestro país alientan un acercamiento filosófico hacia los límites del surrealismo. México es un país que se escurre como los relojes de Dalí, que intenta luchar, como en la saga de George Lucas, contra el capitalismo contemporáneo; pero, como en La Guerra de las Galaxias, se pierde en esa lucha y sucumbe a la ciencia ficción. Es una puesta en escena con rastros de realidad y tintes de surrealidad.
En La Guerra de las Galaxias encontramos claves de nuestra era. México no siempre fue una democracia; ha luchado por serlo, pero siempre deriva hacia algún tipo de autoritarismo. Lo mismo que en la saga, el nuevo orden es dictatorial. Como apunta el analista español Pablo Simón, para La Vanguardia: “Si la ciencia-ficción ha encontrado un filón de éxito en imaginar mundos futuros donde la democracia se convierte en totalitarismo (por ejemplo Matrixo Avatar) eso es porque buena parte del público comparte ese temor”.
La inspiración (la musa en la construcción de México) debe ser la democracia, que bien podría llamarse Gala o bien podría ser la sonrisa de un niño en Lucasfilm.
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