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VOLTAIRE, DE LA ILUSTRACIÓN A LA 'HAUTE HORLOGERIE'

"Oigo hablar mucho de libertad pero no creo que haya en Europa un particular que se haya labrado una como la mía. Siga mi ejemplo quien quiera o quien pueda": Voltaire 





 En diciembre de 1754 François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire se fue a vivir a Suiza con Madame Denis, que tras la muerte de su esposa se convirtió en su compañera. En Ginebra quedó encantado con la independencia y el nivel intelectual de los relojeros ahí establecidos; la admiración era mutua. 


Sin embargo ya para 1757 la relación se fue deteriorando debido a la intransigencia de algunos pastores calvinistas. En 1758, cerca de Ginebra en territorio francés, Voltaire compra la finca de Ferney— en la cual reproduce una corte en miniatura — donde encuentra la serenidad para tener la época más creativa de su vida. No solo como escritor, sino como empresario. En Ferney estableció una curtiduría, un horno para azulejos y cerámica, una fábrica de medias de seda y encajes, renovó granjas y reforestó bosques; además, asociado con un grupo de relojeros ginebrinos que también huían de la intransigencia calvinista, fundó una fábrica de relojes —que haría tambalear los cimientos de la industria relojera Suiza. Rondando los setenta años Voltaire actúa como gestor y financiero de la fábrica. 

Puso en marcha una red industrial —en poco tiempo involucró a la mayor parte del pueblo — que acabó siendo un modelo para el capitalismo. Los relojes de Ferney llegaron a rivalizar con los mejores de Europa. Con un plan de marketing digno del siglo XX, implicó a sus conocidos dentro de la nobleza europea; Catalina la Grande en Rusia y el rey Luis XV de Francia fueron sus mejores clientes. Llegó a producir hasta 4,000 relojes al año a un tercio del costo de la competencia. El catálogo tenía una gran variedad de piezas: relojes de oro de 18 quilates, relojes adornados con piedras preciosas y piezas más simples de plata, con piedras de imitación y marcasita; relojes esmaltados en miniatura con paisajes y retratos. 

Decía Voltaire que el tiempo es justiciero y pone cada cosa en su lugar. Así este historiador, filósofo, escritor y empresario; fue el primer intelectual moderno que con el prestigio de su nombre logró influir no solo en los acontecimientos sociales y políticos de su época, sino que también se convirtió en un hombre inmensamente rico. Su patrimonio cuando murió se estimaba en 200,000 libras. Entre sus negocios que mayor éxito tuvieron estaba su fábrica de relojes en Ferney.

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