Antonia
cuarenta y seis
A la negra siempre la vi poco. Desaparecía cada dos por tres con un militar. Siempre un militar. Mi papá también fue soldado. Eleonor, mi abuela, fue hija de un hacendado y una sirvienta, fue la hija perdida de Don Aureliano, el último dueño de la Hacienda de La Santa Cruz. Eleonor pasó de ser la hija de la sirvienta, a la hija del hacendado, a la esposa de Valentín, a viuda de la Revolución, en menos de quince años. Pobre mi abuela, cuando pienso en ella siempre la veo sentada en su sillita, con la vista perdida. Mi niña, me dijo siempre. Eso es lo que pasa cuando tienes dos madres. La negra me parió y aparecía cuando la consciencia le recordaba que tenía hijos. Eleonor me crio. Me dio de comer, me vistió, me acurrucó para dormir. Fuimos bien pobres, Eleonor, la hija del hacendado, lavaba ajeno. Si no le hubieran quitado el pretendiente otra cosa hubiera sido. Si Emiliano Zapata no le hubiera matado el marido otra cosa hubiera sido. Si la revolución no le hubiera quitado la Hacienda a Don Aurelio otra cosa hubiera sido. Otra cosa hubiéramos sido todos. Hoy se me ha estado viniendo a la memoria Eleonor con sus canas, arrugas, cansancio. Cómo sufrió, si hasta parece que le gustara. Hay gente así, que se sienta en el sufrimiento y lo hace su vida. Tanta pérdida. Su madre la golpeaba tanto que un día le arrancó un mechón de pelo. Lo guardé, me dijo un día, para no olvidar. Su media hermana, le tuvo tirria siempre, por eso le quitó al pretendiente, solo para joder. Su padre la quiso un rato para darle una muñequita a su esposa que nunca pudo tener hijos. Valentín, su único amor, le hizo una hija; la negra. Pero le duró poco. Estaba la cosa mala. Disparos por todos lados. Un día se lo mataron. Lo vio morir, tuvo que guardar a su niña bajo las enaguas para que no corriera hacia él. Fue el ejército del hermano de Emiliano Zapata, cuando se había anunciado la tregua, cuando estaban en retirada. Fue a traición. Eleonor se llamaba, era mi abuela, fue mi madre. Lo último que Eleonor le escuchó decir a Francisco fue — No tienes madre cabrón.
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“Estoy hasta la madre”
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Anitzel Díaz
Foto Emiliano Zapata, en uno de sus campamentos del estado de Morelos (Foto: AHUNAM)
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